La nueva novela de José Luis Moreno

La nueva novela de José Luis Moreno
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sábado, 20 de junio de 2015

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domingo, 20 de abril de 2014

EL PRIMER CAPÍTULO DE LA NOVELA


UNO

1 día en el zulo

−¡Cabrito, te has bebido el culín de agua que me quedaba!
En la inquietante penumbra del zulo se cuelan unos tímidos rayos de luz incierta, que evidencian que ya ha amanecido.
−¡Qué, qué, qué, qué…! ¿Qué dices? −Alfredo se despierta con un sobresalto. Estaba soñando con el momento en que les metieron aquí, en este agujero, hace tan sólo unas horas. Súbitamente, toma conciencia de la estrechez del lugar, del olor a miedo y a cemento, de la fría humedad que rezuman las paredes. Y, lo peor de todo: de la proximidad insoportable de Mariano Rajoy.

El pequeño cubículo no tendrá más de dos metros de largo por uno y medio de ancho. Las paredes, el suelo y el techo, son de cemento gris con un acabado tosco y rugoso. Dispone, como único mobiliario, de dos colchonetas y un gran orinal amarillo. Del centro del techo, que está a un metro sesenta de altura, cuelga desnuda una desvaída bombilla, junto al pequeño agujero para la ventilación.
Una trampilla metálica conecta con el exterior del zulo. Desde fuera, parece una simple puertecilla blanca, disimulada detrás de los botes de abrillantadores, jabones y lejías.
Nadie podría imaginar que tras el fregadero de la cocina de este chalecito de la sierra de Guadarrama, están secuestrados, desde ayer por la noche, el Presidente del Gobierno de España y el Jefe de la oposición.
−¿Que qué digo? −exclama Mariano, fuera de sí−. Pues que guardaba un poco de agua en la botella, ¡y te las has bebido, “desgraciao”!
−¡Yo no he sido! −le contesta Alfredo, poniendo cara de mártir e intentando revolverse dentro de la ridícula chaquetilla de camarero que le aprieta por todas partes−. Te lo juro, Mariano, ¡por éstas! −exclama, cruzando el índice y el pulgar y dándoles un sonoro beso.
−Pero, pero, ¿cómo que tú no has sido? −en la semioscuridad se puede apreciar el color de la ira en la cara de Rajoy−. ¡Si te parece, ha sido Rita la “cantaora”! −el vacío botellín de plástico, lanzado por Mariano, rebota sucesivas veces en las paredes del habitáculo, “clonc, clonc, clonc, clonc”, yendo a parar a los pies de Rubalcaba−. Desde luego, tienes un morro que te lo pisas, tío. ¡Ésta me la pagas!

Es una mañana fría y muy húmeda de principios de febrero. Leves jirones de amanecer se enredan como fantasmas deshilachados entre las casas de la Colonia de los Arroyuelos, pequeña urbanización de las afueras del pueblo madrileño de Cercedilla. El sol está haciendo un gran esfuerzo para deshacer el manto de nubes que atenaza la sierra.
Una espiral de humo caracolea desde la chimenea de uno de los chalés, confundiéndose con la espesa niebla que apenas deja pasar la claridad que reflejan las nieves del Peñalara.
Idoia, pensativa, está sentada a la mesa de la cocina, delante de un café humeante que inunda la estancia de aromas mañaneros. Muy cerca, dos troncos de encina crepitan en el rústico hogar de piedra empotrado en el muro. Los cristales de la ventana están empañados y entre sus resquicios, el viento entona una monótona canción.
Sobre la cama de una habitación contigua, Lucas se está desperezando bajo un par de mantas de lana con motivos escoceses de un clan desconocido.
−¡Hummmm, cómo huele de bien ese café! −grita Lucas, relamiéndose −. ¿Hay uno para mí?
−Ahí tienes la cafetera, tío −le replica Idoia, gritando igualmente−. ¡Te lo haces tú! ¿Todavía no te ha entrado en la cabeza que no soy tu criada, Lucas?
−Vale, vale, Idoia, cariño, no hace falta ponerse así...
Lucas, restregándose los ojos legañosos, se levanta y arrastrándose sobre sus zapatillas de fieltro marrón, va tambaleándose al cuarto de baño, donde, levantando la tapa de wáter, orina ruidosamente.
Culebreando por el pasillo, llega desde la cocina hasta el baño la ronca voz de Idoia.
−¡Eh, tú! ¿Habrás levantado las dos tapas, no?
Ha sido una noche muy movida.
Tras la puerta entornada de otro dormitorio, situado al final del pasillo, ronca estrepitosamente Francisco, el tercer miembro de la banda.
En la calle, junto a la puerta de entrada al chalé, el viejo motor de una Renault Trafic destartalada, tirita de frío bajo la gélida atmósfera…

Son las diez y media de la mañana.  España se ha despertado conmocionada.
  

martes, 8 de abril de 2014

POR QUÉ ESCRIBÍ ESTA NOVELA


Un libro siempre emana de una idea. Y no solo un libro, cualquier manifestación artística. Si no tienes una idea, no hay nada que hacer. Y a mi me vino la idea de secuestrar a Rajoy. Seguro que no soy el único en este país que ha pensado esto.
Y me puse a ello. A medida que lo iba escribiendo, se me metió por medio Rubalcaba. Dos mejor que uno. El problema era que había imaginado un zulo solo para Rajoy e iba a ser insuficiente para los dos. ¡Que se jodan!, me dije. ¿No nos han metido ellos en una espiral de recortes y estrecheces? Pues que prueben un poco de su propia medicina.
Pero para secuestrarles necesitaba una banda, y salí a la calle a ver si veía a alguien dispuesto a colaborar. Y me encontré a un chaval que había sido del Grapo. Un idealista. Estupendo, le contraté.
Luego me di una vuelta por Euskadi. Yo conozco aquello porque he vivido allí 30 años. Coincidí en una herriko taberna con una chica que había militado en Eta, a la que conocí corriendo los Sanfermines y la convencí para que se uniera a la banda.
Pero necesitaba también un policía corrupto. ¿Alguien corrupto en España? Eso fue facilísimo de encontrar.
Y ya solo me faltaba algún contacto con alguien que trabajase en La Moncloa. Tampoco fue muy difícil. Me ligué a la esposa de un funcionario del gobierno.
La banda ya estaba formada. Hasta le puse un nombre: G.R.L.M.N. “Grupo Revolucionario de los Luchadores por un Mundo Nuevo”
¿Y ahora qué?
¡Hombre, ahora deberíais comprar el libro! ¡No pretenderéis que os lo cuente todo!
Y poniéndome ya en un plano más realista: No he querido meter demasiada política en esta novela, ¡estamos ya todos tan hartos de política! Sobre todo he querido escribir una historia divertida. Últimamente solo se publican libros serios: La guerra civil, novela histórica, la guerra civil, sexo, vampiros, otra vez la guerra civil…
Creo que la gente necesita divertirse un poco para olvidarse, aunque solo sea por unas horas, de las penurias por las que la mayoría estamos pasando.
Y esta novela pretende eso: divertir. Bueno, y algo más. Porque hay también una buena dosis de esquizofrenia, que es, según yo pienso, hacia donde poco a poco se está encaminando este país…
Mis objetivos al escribir esta historia han sido dos:
Uno, resaltar el aspecto humano de estos dos políticos, a los que la mayoría de la gente de este país tiene ojeriza de una u otra forma.
Pero yo estoy seguro de que, lejos de la imagen teatral y ensayada que ambos exhiben en la tribuna, en su vida cotidiana son personas como cualquier otra, con familias a las que quieren, con su aficiones, sus vicios y sus manías.
Con seguridad les gusta el buen vino o el buen cava y les entusiasma la paella y la tortilla de patatas.
Me niego a creer que sean durante todo el tiempo esos personajes gritones, falsos, insensibles y mentirosos compulsivos.
Por eso los he metido en un zulo estrechísimo y les he obligado a que pasen allí más de un mes, codo con codo, oliendo su aliento, su sudor y sus pedos.
Les he obligado a hablarse, a mirarse a la cara, a conocerse, cosas que si hubieran hecho en la vida real, posiblemente este país no se encontraría en la situación que todos conocemos.
He dicho antes que eran dos los objetivos de mi novela.
El otro es aportar un granito de arena para que se les caiga la cara de vergüenza, si es que les queda vergüenza.
Les he situado en una España utópica, pero con una Utopía que ellos podrían hacer realidad si les saliera de los cojones.
Pero no les sale. Viven constreñidos en su minúsculo y cerrado punto de vista, obligados, tal vez, por las directrices obsoletas de partidos políticos y de ideologías caducas.
Viven esclavos de terminologías tan carcas como izquierdas o derechas, que a mí, cada vez que las escucho, me hacen arrepentirme de haber votado en alguna ocasión, a alguna de estas decimonónicas agrupaciones.
Ellos dos, que han llegado a ocupar puestos de poder, que han tenido la sartén por el mango, podrían haber hecho grandes cosas por este país.
Pero se les llena la boca de “España” y de “Patria” y sin embargo, qué poquitas cosas hacen para mejorarla.
Todo su afán y todo su tiempo lo gastan en arremeter continuamente uno contra otro, en mantener sus acolchados sillones y sus millones de votos, ya vacíos de significado.
Si ellos quisieran, se pondrían las gafas para corregir su miopía crónica, se dejarían de estupideces y trabajarían juntos por la sociedad que tienen olvidada, por esos trabajadores que están hartos de promesas, por todas esas mujeres que continúan discriminadas, por esos niños cada vez peor educados, por toda esa gente que pasa hambre, en un país que presume de pertenecer a Europa.
Pero la mayoría de los políticos son unos cobardes y no hacen nada. Solo ponerse la zancadilla y llenarse los bolsillos.
Si con este libro consigo sacudirles la conciencia aunque solo sea un “poquitín”, me daré por satisfecho.
No obstante, me gustaría que los que leáis mi novela, os olvidaseis por un rato de la asquerosa política y os divirtierais y os rierais con estos personajes y con esta España que, aunque no nos guste que nos lo recuerden, sigue siendo un “País de pandereta”.