La nueva novela de José Luis Moreno

La nueva novela de José Luis Moreno
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domingo, 20 de abril de 2014

EL PRIMER CAPÍTULO DE LA NOVELA


UNO

1 día en el zulo

−¡Cabrito, te has bebido el culín de agua que me quedaba!
En la inquietante penumbra del zulo se cuelan unos tímidos rayos de luz incierta, que evidencian que ya ha amanecido.
−¡Qué, qué, qué, qué…! ¿Qué dices? −Alfredo se despierta con un sobresalto. Estaba soñando con el momento en que les metieron aquí, en este agujero, hace tan sólo unas horas. Súbitamente, toma conciencia de la estrechez del lugar, del olor a miedo y a cemento, de la fría humedad que rezuman las paredes. Y, lo peor de todo: de la proximidad insoportable de Mariano Rajoy.

El pequeño cubículo no tendrá más de dos metros de largo por uno y medio de ancho. Las paredes, el suelo y el techo, son de cemento gris con un acabado tosco y rugoso. Dispone, como único mobiliario, de dos colchonetas y un gran orinal amarillo. Del centro del techo, que está a un metro sesenta de altura, cuelga desnuda una desvaída bombilla, junto al pequeño agujero para la ventilación.
Una trampilla metálica conecta con el exterior del zulo. Desde fuera, parece una simple puertecilla blanca, disimulada detrás de los botes de abrillantadores, jabones y lejías.
Nadie podría imaginar que tras el fregadero de la cocina de este chalecito de la sierra de Guadarrama, están secuestrados, desde ayer por la noche, el Presidente del Gobierno de España y el Jefe de la oposición.
−¿Que qué digo? −exclama Mariano, fuera de sí−. Pues que guardaba un poco de agua en la botella, ¡y te las has bebido, “desgraciao”!
−¡Yo no he sido! −le contesta Alfredo, poniendo cara de mártir e intentando revolverse dentro de la ridícula chaquetilla de camarero que le aprieta por todas partes−. Te lo juro, Mariano, ¡por éstas! −exclama, cruzando el índice y el pulgar y dándoles un sonoro beso.
−Pero, pero, ¿cómo que tú no has sido? −en la semioscuridad se puede apreciar el color de la ira en la cara de Rajoy−. ¡Si te parece, ha sido Rita la “cantaora”! −el vacío botellín de plástico, lanzado por Mariano, rebota sucesivas veces en las paredes del habitáculo, “clonc, clonc, clonc, clonc”, yendo a parar a los pies de Rubalcaba−. Desde luego, tienes un morro que te lo pisas, tío. ¡Ésta me la pagas!

Es una mañana fría y muy húmeda de principios de febrero. Leves jirones de amanecer se enredan como fantasmas deshilachados entre las casas de la Colonia de los Arroyuelos, pequeña urbanización de las afueras del pueblo madrileño de Cercedilla. El sol está haciendo un gran esfuerzo para deshacer el manto de nubes que atenaza la sierra.
Una espiral de humo caracolea desde la chimenea de uno de los chalés, confundiéndose con la espesa niebla que apenas deja pasar la claridad que reflejan las nieves del Peñalara.
Idoia, pensativa, está sentada a la mesa de la cocina, delante de un café humeante que inunda la estancia de aromas mañaneros. Muy cerca, dos troncos de encina crepitan en el rústico hogar de piedra empotrado en el muro. Los cristales de la ventana están empañados y entre sus resquicios, el viento entona una monótona canción.
Sobre la cama de una habitación contigua, Lucas se está desperezando bajo un par de mantas de lana con motivos escoceses de un clan desconocido.
−¡Hummmm, cómo huele de bien ese café! −grita Lucas, relamiéndose −. ¿Hay uno para mí?
−Ahí tienes la cafetera, tío −le replica Idoia, gritando igualmente−. ¡Te lo haces tú! ¿Todavía no te ha entrado en la cabeza que no soy tu criada, Lucas?
−Vale, vale, Idoia, cariño, no hace falta ponerse así...
Lucas, restregándose los ojos legañosos, se levanta y arrastrándose sobre sus zapatillas de fieltro marrón, va tambaleándose al cuarto de baño, donde, levantando la tapa de wáter, orina ruidosamente.
Culebreando por el pasillo, llega desde la cocina hasta el baño la ronca voz de Idoia.
−¡Eh, tú! ¿Habrás levantado las dos tapas, no?
Ha sido una noche muy movida.
Tras la puerta entornada de otro dormitorio, situado al final del pasillo, ronca estrepitosamente Francisco, el tercer miembro de la banda.
En la calle, junto a la puerta de entrada al chalé, el viejo motor de una Renault Trafic destartalada, tirita de frío bajo la gélida atmósfera…

Son las diez y media de la mañana.  España se ha despertado conmocionada.
  

4 comentarios:

  1. Este primer capítulo me ha llamado bastante la atención y estaré pendiente a ver si lo traen a Colombia.

    Saludos.

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    1. Ya lo puedes conseguir en Amazon.com (papel y ebook) y más barato que en España

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    Y dentro de unos días, también en Amazon

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  3. Me ha gustado mucho el libro.Me gusta ese sentido del humor que parece que nace ahora en este país.Empezamos a aprender a reírnos de nosotros mismos, a desdramatizar.De ver en clave de humor lo que durante tantos años nos tuvo acongojados. Me llena de ilusión Ocho Apellidos Vascos, Mil Millones de Mejillones de Trias Bes y sobre todo el tuyo .Porque lo has hecho con un estilo impecable, bien equilibrado, que cuenta , divierte y además denuncia.No es nada fácil como tu lo sabes.Mi admiración y enhorabuena. Garbiñe

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